La fotógrafa y activista Zanele Muholi documenta la lucha por la visibilidad y contra las violaciones “correctivas”
Emilia Laura Arias Domínguez.- Según el último mapa sobre los derechos de gays y lesbianas en el mundo, realizado por la Federación Internacional ILGA, la homosexualidad está castigada con la pena de muerte en Mauritania, Arabia Saudi, Sudán, Irán, Yemen, Somalia y norte islamista de Nigeria. Además, hay otros 72 países que condenan de forma durísima las relaciones entre personas del mismo sexo. Frente a estas fuerzas de opresión se dibujan armas liberadoras como la fotografía y los vídeos de Zanele Muholi.
“He decidido capturar imágenes de mi comunidad para contribuir a una mayor democracia y representatividad de la historia de las lesbianas sudafricanas”, cuenta Muholi.
Esta artista y activista visual sudafricana ha ganado, entre otros, el premio de Casa de África a la mejor fotógrafa. Mujer, lesbiana y negra, su obra está atravesada por dos constantes: la representación de la vida de las lesbianas sudafricanas, colectivo que sufre la infamia de las violaciones correctivas y el desprecio e incomprensión en su país y, además, la injusta división de clases en el mundo que le rodea.
Nacida en Umlazi en 1972, fotógrafa de formación y profesión, ha trabajado también para el Foro para el Empoderamiento de las Mujeres (FEW), una organización negra lesbiana basada en Gauteng, y como fotógrafa y reportera para Behind the mask (Detrás de la máscara), una revista sobre lesbianismo y comunidad gay en África. Su trabajo, franco e intimista, desafía la forma en la que se ha representado a los cuerpos negros de mujeres en la fotografía documental. Reconocida internacionalmente, ha trabajado el videoarte, la escritura y otras formas de representación, como vías para el cambio social a través del activismo o “artivismo”. Muholi documenta la historia de las lesbianas sudafricanas en la época post-apartheid.
Ciudad del Cabo (segunda ciudad más poblada del país africano) está considerada como la capital mundial de la violación. En Sudáfrica una niña tiene más probabilidades de ser violada que de aprender a leer; una cuarta parte sufre una agresión sexual antes de cumplir los 16 años. A esta realidad se suma la tristemente conocida como violación correctiva, práctica común para “curar” la homosexualidad femenina.
Mujer, lesbiana y negra en Sudáfrica. ¿Qué destacaría de las personas que suman esas identidades?
Lo primero que subrayaría es que las lesbianas negras también son mujeres. Tienen las mismas funciones y responsabilidades que todas las mujeres. Sangran al igual que cualquier ser, son capaces de cuidar, amar, proteger, tienen sentimientos (con los seis sentidos), pueden procrear, sufrir el luto y encargarse de la educación y la capacitación de otras personas… Los homófobos eligen percibirnos como desviadas sociales que tienen la moral despistada. Somos seres amorosos. Somos abuelas, madres, hermanas, tías, hijas, primas, amantes y tutoras de nuestros parientes. Es importante que se nos vea como algo más que las víctimas o supervivientes de esos crímenes de odio, porque si no sólo nos convertimos en un cliché. Somos capaces de jugar otros papeles, y lo estamos demostrando en nuestras comunidades.
¿Cómo definiría su trabajo como fotógrafa?
Como privilegiada dentro de la comunidad lesbiana, el trabajo que hago es a la vez una auto-reflexión, así como una representación de mí y de las demás. Son fotografías de nuestras vidas, no sólo de mi vida sino de las nuestras. La intimidad y las relaciones son imprescindibles en mi fotografía. Toda mujer que haya conocido la experiencia de sentir y explorar el cuerpo de otra mujer entenderá su significado, y cómo contribuye a apoyar a quienes no pueden expresarse libremente en sus lugares y localidades. El trabajo se acerca a nuestra historia, entrelazando el presente y el pasado. La gente en las fotografías tiene una plena comprensión de quiénes son y cómo llegaron a ser las personas que son en este momento. Me interesan laas identidades, a veces complejas, que afirman nuestro ser. En la mayoría de fotos capturo un cuerpo de mujer porque para mí es la forma, un arte, un material, una estética, un paisaje y una maestra. Mi fotografía trata del amor, la vida, el dolor, la pérdida y todo lo que aprendemos a través de los diversos viajes que las mujeres experimentamos en el amor con otras mujeres. También pretendo que mi obra sea una referencia para informar, educar, y también compartir nuestra cultura lesbiana negra y, lo más importante, para entretener a los que tienen los mismos sentimientos.
A pesar de que mi arte está abierto a la interpretación, mi objetivo es expresar y compartir algunas de las experiencias diarias que nos encontramos como lesbianas negras en nuestros espacios. Por ejemplo, las cuestiones de género, sexualidad y clase son evidentes en algunos de mis proyectos, aunque otros hablan de las semejanzas y la igualdad. Otro de mis enfoques es la política de la “carrocería”: mirar a la piel como un material y una forma. A pesar de que nuestra sexualidad común nos mantiene unidas, seguimos siendo diferentes.
¿El arte es un instrumento político y civil para el cambio?
Eso es cierto en ambos aspectos. Su universalidad se puede entender a través de las fronteras porque el arte no conoce fronteras, identidad, género, sexualidad, raza o clase. Es de fácil acceso y el espectador tiene derecho a crear su propia interpretación. La pureza del arte hace inocentes y viables todas las aportaciones, sobre todo si se ven con ojos extraños.
Háblenos de su obra ‘Faces and phases’ (Caras y Fases)
En ‘Caras y Fases’ presentamos nuestra existencia y resistencia a través de imágenes positivas de los y las homosexuales negras (especialmente de las lesbianas) en la sociedad sudafricana y más allá. Muestro nuestra estética a través de retratos. Históricamente, los retratos sirven como registros memorables para las amantes, familia, amigos y amigas.
Con la palabra “fases” remito a la transición entre etapas de expresión de la sexualidad o el género. Con “caras” apelo también al cara a cara que se estableció entre mí misma como fotógrafa y activista lesbiana, y las lesbianas, muchas mujeres y transexuales que han interactuado con los diferentes lugares.
Este trabajo articula un dolor colectivo. Es una experiencia de una comunidad que ha sufrido la pérdida de amigas y conocidas a través de los crímenes de odio y de la enfermedad. Algunas de las que participaron en este proyecto visual ya han fallecido.
Su trabajo es motivo de controversia en su país…
Estas conclusiones las extraen los que tienen conceptos erróneos y carecen de conocimiento de la política de identidad. No veo nada polémico sobre la re-escritura o re-representación de una historia visual de las lesbianas negras en Sudáfrica, o más allá. Es nuestra responsabilidad documentar nuestras propias vidas antes de que nuestras voces sean silenciadas, o antes de que alguien hable en nuestro nombre. Las diferentes formas de violencia, especialmente la “violación curativa ‘y los asesinatos de lesbianas, son utilizados como una herramienta que nos oprime. Mientras la gente quiere hacernos inexistentes, tenemos la obligación de proyectarnos como nosotras mismas. Realmente decir que mi trabajo es polémico es estar de acuerdo con el discurso del odio. Siento que el objetivo es silenciar mi forma de expresión.
Su documental Difficult Love, proyectado en el festival Zinegoak por primera vez en Europa, es una cinta sobre el amor, sobre la violencia, sobre la lucha…
El documental trata sobre el amor, el dolor, la pérdida, el desplazamiento, el activismo, la pobreza, las sin techo, los asuntos interraciales, casa, entorno familiar, la pertenencia, los crímenes de odio, de clase y como articulan todo esto los distintos niveles de vida. También muestra cómo me afectan a mí las vidas de la gente: las dinámicas que se generan cuando yo aprendo y reflexiono a partir de sus experiencias. En el documental escucharás los testimonios de las participantes y de cómo se aprende a superar retos todos los días. Algunas personas necesitarán tiempo para recuperarse de lo que han experimentado, por ejemplo, una superviviente de un crimen de odio.
El documental, que fue encargado por la South African Broadcasting Corporation (SABC) en 2010, se ocupa de temas delicados, se acerca a las vidas de una comunidad oprimida. Se nos dio la oportunidad de hacer este proyecto para la televisión nacional. A pesar de que la fecha de emisión aún no ha sido confirmado por el organismo de radiodifusión, hemos conseguido que lo emitan en varios lugares. Otros programadores de festivales de cine han solicitado su emisión.
¿Qué hay detrás de esta terrible forma de violencia contra las mujeres?
Homofobia, xenofobia, transfobia. Es pura locura que los hombres violen a las mujeres porque lo consideran necesario. Es su manera de oprimir a los seres vulnerables. Algunos hombres ven a las lesbianas como una amenaza y no entienden cómo pueden amarse dos mujeres entre sí o cómo una mujer puede elegir a una mujer por encima de ellos. Sienten que sólo ellos tienen el derecho a la región inferior de la mujer. Y otro factor es una sociedad donde la ley no nos protege, donde hay una falta de justicia que domina a las mujeres. ¡Eso duele!
¿Se ha olvidado el movimiento feminista de las lesbianas negras?
No lo creo. En Sudáfrica diversas organizaciones se han unido y formado alianzas para luchar contra muchas formas de violencia, especialmente la violencia de género. Hay organizaciones que no se centran en temas gay, pero denuncian los crímenes de odio como la “violación correctiva”, la queerphobia, la transfobia y la xenofobia.
¿Un mensaje final para seguir luchando contra la intolerancia?
Una no puede dejar de hacer estos proyectos (los proyectos radicales de arte y fotografía). Si nuestros semejantes lucharon contra el sistema del apartheid, también se puede luchar contra todas las formas de discriminación y opresión que tienen como objetivo el silencio, que desplazan, degradan y socavan nuestros derechos humanos como lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales en África y más allá .
*Katlego Mashiloane and Nosipho Lavuta II, 2007. Zanele Muholi.
**Musa Ngubane and Mabongi Ndlovu, Hillbrow, Johannesburg 2007. Zanele Muholi
Pikara Magazine
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“He decidido capturar imágenes de mi comunidad para contribuir a una mayor democracia y representatividad de la historia de las lesbianas sudafricanas”, cuenta Muholi.
Esta artista y activista visual sudafricana ha ganado, entre otros, el premio de Casa de África a la mejor fotógrafa. Mujer, lesbiana y negra, su obra está atravesada por dos constantes: la representación de la vida de las lesbianas sudafricanas, colectivo que sufre la infamia de las violaciones correctivas y el desprecio e incomprensión en su país y, además, la injusta división de clases en el mundo que le rodea.
Nacida en Umlazi en 1972, fotógrafa de formación y profesión, ha trabajado también para el Foro para el Empoderamiento de las Mujeres (FEW), una organización negra lesbiana basada en Gauteng, y como fotógrafa y reportera para Behind the mask (Detrás de la máscara), una revista sobre lesbianismo y comunidad gay en África. Su trabajo, franco e intimista, desafía la forma en la que se ha representado a los cuerpos negros de mujeres en la fotografía documental. Reconocida internacionalmente, ha trabajado el videoarte, la escritura y otras formas de representación, como vías para el cambio social a través del activismo o “artivismo”. Muholi documenta la historia de las lesbianas sudafricanas en la época post-apartheid.
Ciudad del Cabo (segunda ciudad más poblada del país africano) está considerada como la capital mundial de la violación. En Sudáfrica una niña tiene más probabilidades de ser violada que de aprender a leer; una cuarta parte sufre una agresión sexual antes de cumplir los 16 años. A esta realidad se suma la tristemente conocida como violación correctiva, práctica común para “curar” la homosexualidad femenina.
Mujer, lesbiana y negra en Sudáfrica. ¿Qué destacaría de las personas que suman esas identidades?
Lo primero que subrayaría es que las lesbianas negras también son mujeres. Tienen las mismas funciones y responsabilidades que todas las mujeres. Sangran al igual que cualquier ser, son capaces de cuidar, amar, proteger, tienen sentimientos (con los seis sentidos), pueden procrear, sufrir el luto y encargarse de la educación y la capacitación de otras personas… Los homófobos eligen percibirnos como desviadas sociales que tienen la moral despistada. Somos seres amorosos. Somos abuelas, madres, hermanas, tías, hijas, primas, amantes y tutoras de nuestros parientes. Es importante que se nos vea como algo más que las víctimas o supervivientes de esos crímenes de odio, porque si no sólo nos convertimos en un cliché. Somos capaces de jugar otros papeles, y lo estamos demostrando en nuestras comunidades.
¿Cómo definiría su trabajo como fotógrafa?
Como privilegiada dentro de la comunidad lesbiana, el trabajo que hago es a la vez una auto-reflexión, así como una representación de mí y de las demás. Son fotografías de nuestras vidas, no sólo de mi vida sino de las nuestras. La intimidad y las relaciones son imprescindibles en mi fotografía. Toda mujer que haya conocido la experiencia de sentir y explorar el cuerpo de otra mujer entenderá su significado, y cómo contribuye a apoyar a quienes no pueden expresarse libremente en sus lugares y localidades. El trabajo se acerca a nuestra historia, entrelazando el presente y el pasado. La gente en las fotografías tiene una plena comprensión de quiénes son y cómo llegaron a ser las personas que son en este momento. Me interesan laas identidades, a veces complejas, que afirman nuestro ser. En la mayoría de fotos capturo un cuerpo de mujer porque para mí es la forma, un arte, un material, una estética, un paisaje y una maestra. Mi fotografía trata del amor, la vida, el dolor, la pérdida y todo lo que aprendemos a través de los diversos viajes que las mujeres experimentamos en el amor con otras mujeres. También pretendo que mi obra sea una referencia para informar, educar, y también compartir nuestra cultura lesbiana negra y, lo más importante, para entretener a los que tienen los mismos sentimientos.
A pesar de que mi arte está abierto a la interpretación, mi objetivo es expresar y compartir algunas de las experiencias diarias que nos encontramos como lesbianas negras en nuestros espacios. Por ejemplo, las cuestiones de género, sexualidad y clase son evidentes en algunos de mis proyectos, aunque otros hablan de las semejanzas y la igualdad. Otro de mis enfoques es la política de la “carrocería”: mirar a la piel como un material y una forma. A pesar de que nuestra sexualidad común nos mantiene unidas, seguimos siendo diferentes.
¿El arte es un instrumento político y civil para el cambio?
Eso es cierto en ambos aspectos. Su universalidad se puede entender a través de las fronteras porque el arte no conoce fronteras, identidad, género, sexualidad, raza o clase. Es de fácil acceso y el espectador tiene derecho a crear su propia interpretación. La pureza del arte hace inocentes y viables todas las aportaciones, sobre todo si se ven con ojos extraños.
Háblenos de su obra ‘Faces and phases’ (Caras y Fases)
En ‘Caras y Fases’ presentamos nuestra existencia y resistencia a través de imágenes positivas de los y las homosexuales negras (especialmente de las lesbianas) en la sociedad sudafricana y más allá. Muestro nuestra estética a través de retratos. Históricamente, los retratos sirven como registros memorables para las amantes, familia, amigos y amigas.
Con la palabra “fases” remito a la transición entre etapas de expresión de la sexualidad o el género. Con “caras” apelo también al cara a cara que se estableció entre mí misma como fotógrafa y activista lesbiana, y las lesbianas, muchas mujeres y transexuales que han interactuado con los diferentes lugares.
Este trabajo articula un dolor colectivo. Es una experiencia de una comunidad que ha sufrido la pérdida de amigas y conocidas a través de los crímenes de odio y de la enfermedad. Algunas de las que participaron en este proyecto visual ya han fallecido.
Su trabajo es motivo de controversia en su país…
Estas conclusiones las extraen los que tienen conceptos erróneos y carecen de conocimiento de la política de identidad. No veo nada polémico sobre la re-escritura o re-representación de una historia visual de las lesbianas negras en Sudáfrica, o más allá. Es nuestra responsabilidad documentar nuestras propias vidas antes de que nuestras voces sean silenciadas, o antes de que alguien hable en nuestro nombre. Las diferentes formas de violencia, especialmente la “violación curativa ‘y los asesinatos de lesbianas, son utilizados como una herramienta que nos oprime. Mientras la gente quiere hacernos inexistentes, tenemos la obligación de proyectarnos como nosotras mismas. Realmente decir que mi trabajo es polémico es estar de acuerdo con el discurso del odio. Siento que el objetivo es silenciar mi forma de expresión.
Su documental Difficult Love, proyectado en el festival Zinegoak por primera vez en Europa, es una cinta sobre el amor, sobre la violencia, sobre la lucha…
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El documental, que fue encargado por la South African Broadcasting Corporation (SABC) en 2010, se ocupa de temas delicados, se acerca a las vidas de una comunidad oprimida. Se nos dio la oportunidad de hacer este proyecto para la televisión nacional. A pesar de que la fecha de emisión aún no ha sido confirmado por el organismo de radiodifusión, hemos conseguido que lo emitan en varios lugares. Otros programadores de festivales de cine han solicitado su emisión.
¿Qué hay detrás de esta terrible forma de violencia contra las mujeres?
Homofobia, xenofobia, transfobia. Es pura locura que los hombres violen a las mujeres porque lo consideran necesario. Es su manera de oprimir a los seres vulnerables. Algunos hombres ven a las lesbianas como una amenaza y no entienden cómo pueden amarse dos mujeres entre sí o cómo una mujer puede elegir a una mujer por encima de ellos. Sienten que sólo ellos tienen el derecho a la región inferior de la mujer. Y otro factor es una sociedad donde la ley no nos protege, donde hay una falta de justicia que domina a las mujeres. ¡Eso duele!
¿Se ha olvidado el movimiento feminista de las lesbianas negras?
No lo creo. En Sudáfrica diversas organizaciones se han unido y formado alianzas para luchar contra muchas formas de violencia, especialmente la violencia de género. Hay organizaciones que no se centran en temas gay, pero denuncian los crímenes de odio como la “violación correctiva”, la queerphobia, la transfobia y la xenofobia.
¿Un mensaje final para seguir luchando contra la intolerancia?
Una no puede dejar de hacer estos proyectos (los proyectos radicales de arte y fotografía). Si nuestros semejantes lucharon contra el sistema del apartheid, también se puede luchar contra todas las formas de discriminación y opresión que tienen como objetivo el silencio, que desplazan, degradan y socavan nuestros derechos humanos como lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales en África y más allá .
*Katlego Mashiloane and Nosipho Lavuta II, 2007. Zanele Muholi.
**Musa Ngubane and Mabongi Ndlovu, Hillbrow, Johannesburg 2007. Zanele Muholi
Pikara Magazine