Lejos de mejorar la calidad de vida de la población mundial, el aumento del comercio y el del ingreso por persona no tuvieron resultados en cuanto a reducir la pobreza, de acuerdo con la más reciente medición del Índice de Capacidades Básicas (ICB) publicado por Social Watch, una red internacional de organizaciones de la sociedad civil.
El índice fue presentado el viernes 14 en Holanda, en vísperas de los días mundiales contra la pobreza y el hambre. El 16 de octubre se conmemora la creación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el 17 es el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.
A nivel mundial, el intercambio comercial y el ingreso por habitante crecieron más rápido en la primera década del siglo XXI que en última del siglo XX, pero el avance contra la pobreza se enlenteció. Las exportaciones mundiales se multiplicaron casi por cinco entre 1990 y 2010, lapso en que el ingreso promedio por habitante se más que duplicó, de 4.079 a 9.116 dólares. En cambio, el promedio del ICB aumentó sólo 10% en esos 20 años.
Desempeño macroeconómico y bienestar humano no van de la mano, concluyó Roberto Bissio, coordinador Social Watch.
Los países donde la situación social es más crítica son Chad, Sierra Leona, Níger, Somalia y Guinea Bissau. Afganistán era el peor ubicado hace 10 años, pero no hay estadísticas confiables para computar su ICB en 2011.
El índice “revela que toda la primera década del siglo XXI fue una década perdida en la lucha contra la pobreza, a pesar del excelente desempeño de las economías emergentes”, comentó Bissio.
La brecha que separa el lento avance en la lucha contra la pobreza del rápido crecimiento del comercio mundial y del ingreso por persona se explica “por la distribución desigual de los beneficios de la prosperidad económica”, añadió Bissio.
El índice de Social Watch se basa sobre indicadores que miden aspectos clave para la supervivencia y la dignidad humanas: la mortalidad de niños y niñas menores de cinco años, la salud reproductiva (medida por la proporción de partos atendidos por personal capacitado) y la educación primaria (matrícula, proporción de niños y niñas que llegan a quinto grado y alfabetización de adultos).
Las cifras disponibles no permiten evaluar el impacto total de la crisis desatada en 2008, porque los indicadores sociales se recopilan y publican con más lentitud que los económicos. Sin embargo, organizaciones integrantes de la red Social Watch ya han constatado en sus países que los sectores más vulnerables de la población mundial son los que llevan la carga más pesada de la crisis.
Antes de la debacle, el ingreso bruto crecía aceleradamente, pero los avances en educación, salud y nutrición eran demasiado lentos. Si los países industrializados ingresan en un periodo prolongado de estancamiento o de recesión, la situación para los sectores más desprotegidos de la población mundial solo puede empeorar.
El índice fue presentado el viernes 14 en Holanda, en vísperas de los días mundiales contra la pobreza y el hambre. El 16 de octubre se conmemora la creación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el 17 es el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.
A nivel mundial, el intercambio comercial y el ingreso por habitante crecieron más rápido en la primera década del siglo XXI que en última del siglo XX, pero el avance contra la pobreza se enlenteció. Las exportaciones mundiales se multiplicaron casi por cinco entre 1990 y 2010, lapso en que el ingreso promedio por habitante se más que duplicó, de 4.079 a 9.116 dólares. En cambio, el promedio del ICB aumentó sólo 10% en esos 20 años.
Desempeño macroeconómico y bienestar humano no van de la mano, concluyó Roberto Bissio, coordinador Social Watch.
Los países donde la situación social es más crítica son Chad, Sierra Leona, Níger, Somalia y Guinea Bissau. Afganistán era el peor ubicado hace 10 años, pero no hay estadísticas confiables para computar su ICB en 2011.
El índice “revela que toda la primera década del siglo XXI fue una década perdida en la lucha contra la pobreza, a pesar del excelente desempeño de las economías emergentes”, comentó Bissio.
La brecha que separa el lento avance en la lucha contra la pobreza del rápido crecimiento del comercio mundial y del ingreso por persona se explica “por la distribución desigual de los beneficios de la prosperidad económica”, añadió Bissio.
El índice de Social Watch se basa sobre indicadores que miden aspectos clave para la supervivencia y la dignidad humanas: la mortalidad de niños y niñas menores de cinco años, la salud reproductiva (medida por la proporción de partos atendidos por personal capacitado) y la educación primaria (matrícula, proporción de niños y niñas que llegan a quinto grado y alfabetización de adultos).
Las cifras disponibles no permiten evaluar el impacto total de la crisis desatada en 2008, porque los indicadores sociales se recopilan y publican con más lentitud que los económicos. Sin embargo, organizaciones integrantes de la red Social Watch ya han constatado en sus países que los sectores más vulnerables de la población mundial son los que llevan la carga más pesada de la crisis.
Antes de la debacle, el ingreso bruto crecía aceleradamente, pero los avances en educación, salud y nutrición eran demasiado lentos. Si los países industrializados ingresan en un periodo prolongado de estancamiento o de recesión, la situación para los sectores más desprotegidos de la población mundial solo puede empeorar.