OPINI脫N de Beatriz Gimeno
Lo peor del trato que dentro de los partidos pol铆ticos se da a las mujeres feministas y a sus reivindicaciones o exigencias no es que se nieguen. En realidad, si fuera as铆, ser铆a m谩s f谩cil. Si nos encontr谩ramos con que un sector del partido no est谩 de acuerdo con algunas –o con muchas- cuestiones feministas, por ejemplo, las cuotas o determinadas leyes, y si esta oposici贸n fuese razonada y pol铆tica, tendr铆amos la posibilidad de organizarnos pol铆ticamente en contra de la misma y, pol铆tica y democr谩ticamente, revertirla o, al menos, trabajar para hacerlo.
Pero, por lo que he visto, en mis 煤ltimas experiencias en partidos pol铆ticos, no es eso lo que ocurre, es mucho m谩s complejo. Dentro de la izquierda nadie, o casi nadie, se atreve ya a mantener posiciones claramente antifeministas porque, afortunadamente, 茅stas han pasado a formar parte del acervo com煤n del ser progresista y al menos p煤blicamente, nadie se declara antifeminista. Sin embargo, ser feminista dentro de un partido sigue siendo insoportable, otra cosa es lo que se transmite fuera. Lo peor de ser feminista reivindicativa en un partido pol铆tico es la manera en que te tratan.
Si est谩s en el partido como mujer no feminista puede que no notes de una manera evidente diferencia en el trato. Va a haber diferencia en cuanto a las oportunidades de ocupar un puesto de verdadero poder, desde luego. Cuando hay poco poder a repartir ellos se matan por conseguirlo y lo primero que se hace es expulsar a las mujeres de la competici贸n. Ah铆 no hay apenas diferencias entre ellos, cuando la fratr铆a masculina se pone en marcha nos echa sin contemplaciones. Si no se trata de verdadero poder, sino s贸lo de trabajo o influencia, o de un poder moderado, entonces te admiten. Hay que trabajar m谩s y mejor que ellos, pero s铆 lo haces puede que te traten con respeto o que te escuchen. Es tu trabajo lo que respetan. Tontos no son.
Pero s铆 est谩s en el partido como feminista y pretendes que ese sea tu principal campo de actuaci贸n pol铆tica, si est谩s recordando en cada momento lo que significa el feminismo, si te peleas porque haya mujeres feministas en todos los 贸rganos del partido, en los puestos de poder, si te peleas porque el feminismo tenga su lugar en los programas, en el funcionamiento interno del partido y por que sea una base ideol贸gica sobre la que edificar cualquier pol铆tica… entonces estas lista. Entonces molestas, y mucho.
Unas de las cosas que antes se percibe cuando se est谩 como feminista en un partido es que por mucho que critiques, que protestes o amenaces, por mucho que te organices como feminista o que trabajes…eso nunca les preocupa, nunca te tienen miedo, lo que en pol铆tica quiere decir respeto. No te tienen miedo porque el feminismo para ellos no acaba de ser nada muy serio de lo que se tengan que preocupar personal o pol铆ticamente -para eso est谩 la fratr铆a masculina en 煤ltima instancia- Por eso no te tratan nunca como a un adversario pol铆tico al que puede que un d铆a tengan que enfrentarse en una reuni贸n importante o en un congreso…no. Nunca te ven como a un adversario peligroso capaz de encabezar una corriente, una acci贸n pol铆tica, capaz de disputarles un puesto de poder…nada de eso. No nos ven peligrosas, sino s贸lo molestas y como no pueden decirlo claramente el resultado es que te tratan como a una ni帽a tonta.
A las feministas que lo somos y lo demostramos nos tratan en los partidos como si fu茅ramos ni帽as peque帽as y pesadas. Tu protestas airada pero razonadamente y ellos te miran sonrientes, te dan la raz贸n como a los tontos, de citan en reuniones in煤tiles que ellos saben que son in煤tiles pero que t煤 te crees las dos primeras veces; te prometen cosas, te hablan bajito y muy despacio, como si no entendieras bien. No osan enfrentarse pol铆ticamente a ti y gritarte, como hacen cuando se discute algo pol铆tico de calado. No, te hablan como arm谩ndose de una paciencia comprensiva, te dan largas, te dicen que s铆, que ma帽ana; que s铆, que pasado ma帽ana. Te ponen la mano encima del hombro y te dicen que hay mucho machismo, que hace falta tiempo. Y finalmente lo peor de todo: cuando ya no pueden aguantarte m谩s y no saben qu茅 excusa darte y cuando ya se han reunido contigo varias veces y ya no quieren reunirse m谩s, entonces te enfrentan a otras mujeres del partido, al sector claramente antifeminista; eso que ellos no pueden permitirse ser ya de manera evidente porque est谩 mal visto, pero que se permite cuando son mujeres la que lo encarnan.
Porque si son mujeres las que encarnan ese antifeminismo primario, ¿qui茅n va a protestar? Las feministas 煤nicamente y aun con reparos. Las mujeres antifemistas conectan con ese antifeminismo que est谩 semioculto pero muy vivo en gran parte de la poblaci贸n masculina (y femenina) pero no tienen oposici贸n, o no mucha. Como ya no se puede no tener mujeres porque est谩 mal visto, pero como tampoco est谩n dispuestos a aceptar de verdad, ni siquiera a escuchar, nuestro discurso pol铆tico, lo que hacen es promocionar a unas cuantas mujeres cuya caracter铆stica es que no son feministas, que son antifeministas, para que sean ellas las que nos mantengan a raya y para que les den a ellos la raz贸n en todo. Entonces se produce la siguiente kafkiana situaci贸n patriarcal: Las mujeres antifeministas (que, digamos la verdad, no suelen ser las m谩s listas) como s铆 son conscientes de la fragilidad de su situaci贸n, de que est谩n donde est谩n gracias a que no son feministas, se convierten en las m谩s antifeministas de todos.
Ellas son tambi茅n producto de una particular cuota, aunque sea una cuota oculta y perversa. Saben que disponen de un espacio limitado y que tienen un poder tasado, pero no m谩s y suelen saber tambi茅n que si el feminismo se institucionaliza en el partido, ellas se quedar谩n sin ese espacio y ese poder, porque no ser谩n valoradas ya ni como mujer excusa (que es como yo las llamo) ni tampoco como mujer feminista. Eso las hace esforzarse particularmente en su trabajo, acabar en lo posible con el feminismo. Lo que he visto hacer a algunas mujeres antifeministas contra las feministas en mis 煤ltimos partidos me ha dejado sin palabras.
Y nosotras, las feministas, por nuestra parte, nos encontramos de nuevo ante una situaci贸n imposible pero muy querida por el patriarcado y tremendamente efectiva: al encontrarnos pele谩ndonos entre mujeres, han conseguido sacar la discusi贸n del 谩mbito de lo importante y ellos se han quitado de enmedio; al mismo tiempo nos han maniatado porque a la hora de denunciar la situaci贸n p煤blicamente se nos hace duro denunciar a otras mujeres mientras que ellos parece que no tuvieran nada que ver. A ellos, los que se reunieron contigo, te hablaron, hicieron como que te escuchaban, ya no vuelves a verlos m谩s que alguna vez por el pasillo, y entonces te miran, te dan un golpecito en la espalda, te sonr铆en y te dicen que no te desanimes, que es que todav铆a queda mucho machismo.
Lo peor del trato que dentro de los partidos pol铆ticos se da a las mujeres feministas y a sus reivindicaciones o exigencias no es que se nieguen. En realidad, si fuera as铆, ser铆a m谩s f谩cil. Si nos encontr谩ramos con que un sector del partido no est谩 de acuerdo con algunas –o con muchas- cuestiones feministas, por ejemplo, las cuotas o determinadas leyes, y si esta oposici贸n fuese razonada y pol铆tica, tendr铆amos la posibilidad de organizarnos pol铆ticamente en contra de la misma y, pol铆tica y democr谩ticamente, revertirla o, al menos, trabajar para hacerlo.
Pero, por lo que he visto, en mis 煤ltimas experiencias en partidos pol铆ticos, no es eso lo que ocurre, es mucho m谩s complejo. Dentro de la izquierda nadie, o casi nadie, se atreve ya a mantener posiciones claramente antifeministas porque, afortunadamente, 茅stas han pasado a formar parte del acervo com煤n del ser progresista y al menos p煤blicamente, nadie se declara antifeminista. Sin embargo, ser feminista dentro de un partido sigue siendo insoportable, otra cosa es lo que se transmite fuera. Lo peor de ser feminista reivindicativa en un partido pol铆tico es la manera en que te tratan.
Si est谩s en el partido como mujer no feminista puede que no notes de una manera evidente diferencia en el trato. Va a haber diferencia en cuanto a las oportunidades de ocupar un puesto de verdadero poder, desde luego. Cuando hay poco poder a repartir ellos se matan por conseguirlo y lo primero que se hace es expulsar a las mujeres de la competici贸n. Ah铆 no hay apenas diferencias entre ellos, cuando la fratr铆a masculina se pone en marcha nos echa sin contemplaciones. Si no se trata de verdadero poder, sino s贸lo de trabajo o influencia, o de un poder moderado, entonces te admiten. Hay que trabajar m谩s y mejor que ellos, pero s铆 lo haces puede que te traten con respeto o que te escuchen. Es tu trabajo lo que respetan. Tontos no son.
Pero s铆 est谩s en el partido como feminista y pretendes que ese sea tu principal campo de actuaci贸n pol铆tica, si est谩s recordando en cada momento lo que significa el feminismo, si te peleas porque haya mujeres feministas en todos los 贸rganos del partido, en los puestos de poder, si te peleas porque el feminismo tenga su lugar en los programas, en el funcionamiento interno del partido y por que sea una base ideol贸gica sobre la que edificar cualquier pol铆tica… entonces estas lista. Entonces molestas, y mucho.
Unas de las cosas que antes se percibe cuando se est谩 como feminista en un partido es que por mucho que critiques, que protestes o amenaces, por mucho que te organices como feminista o que trabajes…eso nunca les preocupa, nunca te tienen miedo, lo que en pol铆tica quiere decir respeto. No te tienen miedo porque el feminismo para ellos no acaba de ser nada muy serio de lo que se tengan que preocupar personal o pol铆ticamente -para eso est谩 la fratr铆a masculina en 煤ltima instancia- Por eso no te tratan nunca como a un adversario pol铆tico al que puede que un d铆a tengan que enfrentarse en una reuni贸n importante o en un congreso…no. Nunca te ven como a un adversario peligroso capaz de encabezar una corriente, una acci贸n pol铆tica, capaz de disputarles un puesto de poder…nada de eso. No nos ven peligrosas, sino s贸lo molestas y como no pueden decirlo claramente el resultado es que te tratan como a una ni帽a tonta.
A las feministas que lo somos y lo demostramos nos tratan en los partidos como si fu茅ramos ni帽as peque帽as y pesadas. Tu protestas airada pero razonadamente y ellos te miran sonrientes, te dan la raz贸n como a los tontos, de citan en reuniones in煤tiles que ellos saben que son in煤tiles pero que t煤 te crees las dos primeras veces; te prometen cosas, te hablan bajito y muy despacio, como si no entendieras bien. No osan enfrentarse pol铆ticamente a ti y gritarte, como hacen cuando se discute algo pol铆tico de calado. No, te hablan como arm谩ndose de una paciencia comprensiva, te dan largas, te dicen que s铆, que ma帽ana; que s铆, que pasado ma帽ana. Te ponen la mano encima del hombro y te dicen que hay mucho machismo, que hace falta tiempo. Y finalmente lo peor de todo: cuando ya no pueden aguantarte m谩s y no saben qu茅 excusa darte y cuando ya se han reunido contigo varias veces y ya no quieren reunirse m谩s, entonces te enfrentan a otras mujeres del partido, al sector claramente antifeminista; eso que ellos no pueden permitirse ser ya de manera evidente porque est谩 mal visto, pero que se permite cuando son mujeres la que lo encarnan.
Porque si son mujeres las que encarnan ese antifeminismo primario, ¿qui茅n va a protestar? Las feministas 煤nicamente y aun con reparos. Las mujeres antifemistas conectan con ese antifeminismo que est谩 semioculto pero muy vivo en gran parte de la poblaci贸n masculina (y femenina) pero no tienen oposici贸n, o no mucha. Como ya no se puede no tener mujeres porque est谩 mal visto, pero como tampoco est谩n dispuestos a aceptar de verdad, ni siquiera a escuchar, nuestro discurso pol铆tico, lo que hacen es promocionar a unas cuantas mujeres cuya caracter铆stica es que no son feministas, que son antifeministas, para que sean ellas las que nos mantengan a raya y para que les den a ellos la raz贸n en todo. Entonces se produce la siguiente kafkiana situaci贸n patriarcal: Las mujeres antifeministas (que, digamos la verdad, no suelen ser las m谩s listas) como s铆 son conscientes de la fragilidad de su situaci贸n, de que est谩n donde est谩n gracias a que no son feministas, se convierten en las m谩s antifeministas de todos.
Ellas son tambi茅n producto de una particular cuota, aunque sea una cuota oculta y perversa. Saben que disponen de un espacio limitado y que tienen un poder tasado, pero no m谩s y suelen saber tambi茅n que si el feminismo se institucionaliza en el partido, ellas se quedar谩n sin ese espacio y ese poder, porque no ser谩n valoradas ya ni como mujer excusa (que es como yo las llamo) ni tampoco como mujer feminista. Eso las hace esforzarse particularmente en su trabajo, acabar en lo posible con el feminismo. Lo que he visto hacer a algunas mujeres antifeministas contra las feministas en mis 煤ltimos partidos me ha dejado sin palabras.
Y nosotras, las feministas, por nuestra parte, nos encontramos de nuevo ante una situaci贸n imposible pero muy querida por el patriarcado y tremendamente efectiva: al encontrarnos pele谩ndonos entre mujeres, han conseguido sacar la discusi贸n del 谩mbito de lo importante y ellos se han quitado de enmedio; al mismo tiempo nos han maniatado porque a la hora de denunciar la situaci贸n p煤blicamente se nos hace duro denunciar a otras mujeres mientras que ellos parece que no tuvieran nada que ver. A ellos, los que se reunieron contigo, te hablaron, hicieron como que te escuchaban, ya no vuelves a verlos m谩s que alguna vez por el pasillo, y entonces te miran, te dan un golpecito en la espalda, te sonr铆en y te dicen que no te desanimes, que es que todav铆a queda mucho machismo.