Por Jorge Zavaleta Alegre
El gobierno del Presidente Ollanta Humala (2011-2016), comandante del ejército, que en cuya carrera política lideró un levantamiento en el cuartel de Locumba-Tacna, contra el autoritarismo corrupto del fujimorismo, al ganar las elecciones en junio del 2011, con el respaldo de la izquierda y de las fuerzas del centro democrático, prometió conducir una democracia concertadora e inclusive donde todos ganan.
Esa visión puede ser válida en sociedades donde las instituciones democráticas son estables, consolidadas. En Europa, pero no en América Latina y menos en Perú, en donde se acaba de producir un viraje a la centro derecha, en solo 120 días, pasando de un primer gabinete de clara orientación concertadora con notables matices sociales inclusivos, a otro liderado por un general del ejército - empresario.
El detonante ha sido un paro de Cajamarca, región tan ligada al dorado Cuarto del Rescate, que Atahualpa ofreció a los conquistadores españoles y también a la creación de las Rondas Campesinas hace dos décadas. La protesta cajamarquina es contra las empresas mineras articuladas al capital transnacional, que con el “aval técnico” del Banco Mundial, proyectan sacar el oro de los andes a como de lugar, sacrificando, inclusive, lagunas naturales en una zona donde el 80% de su población vive en pobreza y de una agricultura con escasas fuentes de regadío.
La minería, a lo largo de la historia del Perú, nunca ha dejado desarrollo local. La ciudades de Cerro de Pasco creada por la americana Pasco Corporation, La Oroya en manos de la fugitiva administración de la Doe Run y las auríferas de Puno y Madre de Dios, son algunas referencias que alientan la actividad informal en la extracción del mineral, la tala de bosques y el creciente descontento laboral, que siempre ha sido acallado con la represión. La inversión en minería, a donde vaya tendrá que respetar el medio ambiental e invertir más si lo hace en otros continentes.
Para entender mejor esta secuencia de Estado seguimos de cerca el análisis de Sinecio López Jiménez, reconocido académico latinoamericano, que tuvo el gran respaldo ciudadano en la acertada dirección de la Biblioteca Nacional. El había sido invitado a formar parte del gabinete de asesores del primer Consejo de Ministros presidido por el Ing. Salomón Lerner, y estaba encargado, principalmente, de coordinar acciones para la Reforma del Estado, incluyendo un Estado Móvil y la integración territorial en cinco macro regiones transversales, entre otras propuestas de la inicial Hoja de Ruta de Gana Perú. Pero al mismo tiempo, cruzando una puerta, en palacio de Pizarro, laboraba otro equipo con una actitud más cercana a la psicología militar.
El trabajo de estos 120 días era difícil de ser apreciado por el ciudadano absorbido por la rutina y por los mensajes, no siempre amigables, de una oposición conservadora que no acepta la participación de la ciencia política en el quehacer de un país y que arrastra mucho del patrimonialismo del siglo XIX.
López Jiménez, considera que el gobierno peruano puede exhibir poco en estos primeros meses de gestión, pero nada desdeñable en cuanto lo avanzado como gran transformación: el gravamen a las mineras, la consulta previa, la creación del Ministerio de Inclusión Social, el incremento del salario mínimo y una política laboral que atiende y defiende los derechos de los trabajadores. Además, el despliegue de una política exterior soberana, independiente y desideologizada que busca fortalecer la CAN y el CONASUR y haber promovido la cita en Lima de CELAC, el intento más serio del siglo para unir la Región y revisar el futuro de la OEA.
¿A qué se debe la lentitud de los cambios prometidos?. La respuesta es compleja. Las coaliciones sociales y políticas de la segunda vuelta, la debilidad política de la coalición triunfante, el acuerdo de una democracia concertada con el capital para darle gobernabilidad al país y los cambios estructurales de estos últimos 20 años (que, por un lado, han polarizado socialmente al Perú y, por otro, le han inyectado una alta dosis de moderación política), constituyen las principales causas que explican los cambios a cuenta gotas. Por eso mismo, dejan de tener el impacto político deseado.
El Estado tiene Islas de modernidad, pero como en la mayoría de AL no es democrático. La burocracia es ineficiente, no es weberiana: racional, objetiva, impersonal, eficiente. A diferencia de otros países de AL (Brasil, por ejemplo), no concluyó una reforma burocrática profunda (que Europa tuvo en el siglo XIX). Hoy los tiempos que se avecinan serán turbulentos, tumultuarios y atiborrados de indignados y requieren una conducción política hábil y al mismo tiempo audaz que conduzca la nave del Perú a un buen puerto. Las tensiones al interior del Ejecutivo son el preámbulo del alejamiento de la izquierda. “Solo falta que Humala gobierne con el plan de gobierno de los partidos que perdieron”
Finalmente, a modo de mea culpa, López explica el por qué intelectuales de izquierda apostaron a la propuesta política del presidente en elecciones: “Era lo más cercano a las clases populares. El error fue que al apostar por él no apostamos por construir un poder propio y no de Estado. Es la gran lección”.
El periodista César Hildebrandt considera que el cambio de gabinete endurece la política, y que no simboliza un afianzamiento de la democracia. Además, que Ollanta Humala “ha dado un golpe de Estado, en el sentido de que ha tomado el poder que sentía que se le escapaba”. El conflicto en Cajamarca, agrega, marca un antes y un después.“Así como Sendero trajo a Fujimori, Cajamarca nos ha traído al señor (general del ejército) Valdés”. Además, el presidente Humala cerraba la posibilidad al diálogo cuando dice: “Vamos a negociar, pero Conga va”.
Sobre los conflictos sociales en general, que según la Defensoría del Pueblo, pasan de los 200, es posible que haya un endurecimiento recíproco, “no solo del gobierno, sino de aquellas bases populares que apoyaron la candidatura de Ollanta Humala. Si él se pone duro, Puno se pondrá duro y Cajamarca se pondrá aún más duro”. Es terrible el creer que la prepotencia puede dar resultado y que la imposición absoluta es una especie de carta en la manga, explica Hildebrandt: “En política no hay eso, lo que hay es debate, dialogo, discrepancia. Lo que no pueden hacer es convencerlos de que un proyecto reemplazara una laguna por un depósito de detritos. No hay que ser cajamarquino para decirle “no”.
Con los cambios ministeriales y el alejamiento del ex presidente Alejandro Toledo, es altamente probable que se dé el indulto humanitario al ex presidente Alberto Fujimori. En efecto el cambio ministerial ya llegó al Parlamento, donde no se descarta la alianza del humalismo de Gana Perú con los parlamentarios del fujimorismo. En una democracia, reconocen los analistas, el problema esencial no es que el gobierno se vaya por una posición política de centro derecha, sino que lo está haciendo tras decir “exactamente lo contrario”.
Desde la Universidad de Corea del Sur, el lingüista y quechuólogo peruano, Francisco Carranza Romero, señala que durante muchísimos años los gobernantes decidieron el destino de los pueblos sin hacerles ninguna consulta. La famosa expresión “Vox populi, vox dei” (La voz del pueblo es la voz de dios) sólo sirvió para que los pueblos participaran con sus votos en la elección de las autoridades, pero siguieron excluidos en la toma de las decisiones con la premisa de que no estaban preparados para opinar.
Cuando los ciudadanos se quejaron de alguna ley, les respondieron autoritarios y sabihondos: “Dura lex, sed lex” (Dura es la ley, pero es la ley). Es verdad que las leyes ayudaron el ordenamiento social; pero también, fueron las leyes las que maniataron a los ciudadanos comunes y dejaron libres a los poderosos para que hicieran lo que quisieran.
Una de las promesas en la última campaña electoral presidencial del Perú ha sido: hacer la consulta pública antes de decidir algo relacionado con la inversión minera. En el siglo XVI el obispo Francisco Marroquín, preocupado por el trato de los españoles a los nativos, escribió desde Guatemala su propuesta al rey Carlos V: “Conocerlos hemos, conocernos han”.
Ahora no es el momento para que el consorcio minero nos asuste con su amenaza de irse a otros países llevándose su dinero. A donde vaya tendrá que cumplir el cuidado del medio ambiente. Y si quiere explotar las minas en Europa, China, Canadá, Estados Unidos y Australia, tendrá que cumplir más exigencias que en Perú. Los que protestan y el gobierno deben evitar caer en las provocación que conduce a la violencia sangrienta que es lo que esperan algunos para atacar al gobierno. Ahora es el momento para que aprendamos a dialogar.
El gobierno del Presidente Ollanta Humala (2011-2016), comandante del ejército, que en cuya carrera política lideró un levantamiento en el cuartel de Locumba-Tacna, contra el autoritarismo corrupto del fujimorismo, al ganar las elecciones en junio del 2011, con el respaldo de la izquierda y de las fuerzas del centro democrático, prometió conducir una democracia concertadora e inclusive donde todos ganan.
Esa visión puede ser válida en sociedades donde las instituciones democráticas son estables, consolidadas. En Europa, pero no en América Latina y menos en Perú, en donde se acaba de producir un viraje a la centro derecha, en solo 120 días, pasando de un primer gabinete de clara orientación concertadora con notables matices sociales inclusivos, a otro liderado por un general del ejército - empresario.
El detonante ha sido un paro de Cajamarca, región tan ligada al dorado Cuarto del Rescate, que Atahualpa ofreció a los conquistadores españoles y también a la creación de las Rondas Campesinas hace dos décadas. La protesta cajamarquina es contra las empresas mineras articuladas al capital transnacional, que con el “aval técnico” del Banco Mundial, proyectan sacar el oro de los andes a como de lugar, sacrificando, inclusive, lagunas naturales en una zona donde el 80% de su población vive en pobreza y de una agricultura con escasas fuentes de regadío.
La minería, a lo largo de la historia del Perú, nunca ha dejado desarrollo local. La ciudades de Cerro de Pasco creada por la americana Pasco Corporation, La Oroya en manos de la fugitiva administración de la Doe Run y las auríferas de Puno y Madre de Dios, son algunas referencias que alientan la actividad informal en la extracción del mineral, la tala de bosques y el creciente descontento laboral, que siempre ha sido acallado con la represión. La inversión en minería, a donde vaya tendrá que respetar el medio ambiental e invertir más si lo hace en otros continentes.
Premier Lerner |
Para entender mejor esta secuencia de Estado seguimos de cerca el análisis de Sinecio López Jiménez, reconocido académico latinoamericano, que tuvo el gran respaldo ciudadano en la acertada dirección de la Biblioteca Nacional. El había sido invitado a formar parte del gabinete de asesores del primer Consejo de Ministros presidido por el Ing. Salomón Lerner, y estaba encargado, principalmente, de coordinar acciones para la Reforma del Estado, incluyendo un Estado Móvil y la integración territorial en cinco macro regiones transversales, entre otras propuestas de la inicial Hoja de Ruta de Gana Perú. Pero al mismo tiempo, cruzando una puerta, en palacio de Pizarro, laboraba otro equipo con una actitud más cercana a la psicología militar.
El trabajo de estos 120 días era difícil de ser apreciado por el ciudadano absorbido por la rutina y por los mensajes, no siempre amigables, de una oposición conservadora que no acepta la participación de la ciencia política en el quehacer de un país y que arrastra mucho del patrimonialismo del siglo XIX.
López Jiménez, considera que el gobierno peruano puede exhibir poco en estos primeros meses de gestión, pero nada desdeñable en cuanto lo avanzado como gran transformación: el gravamen a las mineras, la consulta previa, la creación del Ministerio de Inclusión Social, el incremento del salario mínimo y una política laboral que atiende y defiende los derechos de los trabajadores. Además, el despliegue de una política exterior soberana, independiente y desideologizada que busca fortalecer la CAN y el CONASUR y haber promovido la cita en Lima de CELAC, el intento más serio del siglo para unir la Región y revisar el futuro de la OEA.
¿A qué se debe la lentitud de los cambios prometidos?. La respuesta es compleja. Las coaliciones sociales y políticas de la segunda vuelta, la debilidad política de la coalición triunfante, el acuerdo de una democracia concertada con el capital para darle gobernabilidad al país y los cambios estructurales de estos últimos 20 años (que, por un lado, han polarizado socialmente al Perú y, por otro, le han inyectado una alta dosis de moderación política), constituyen las principales causas que explican los cambios a cuenta gotas. Por eso mismo, dejan de tener el impacto político deseado.
El Estado tiene Islas de modernidad, pero como en la mayoría de AL no es democrático. La burocracia es ineficiente, no es weberiana: racional, objetiva, impersonal, eficiente. A diferencia de otros países de AL (Brasil, por ejemplo), no concluyó una reforma burocrática profunda (que Europa tuvo en el siglo XIX). Hoy los tiempos que se avecinan serán turbulentos, tumultuarios y atiborrados de indignados y requieren una conducción política hábil y al mismo tiempo audaz que conduzca la nave del Perú a un buen puerto. Las tensiones al interior del Ejecutivo son el preámbulo del alejamiento de la izquierda. “Solo falta que Humala gobierne con el plan de gobierno de los partidos que perdieron”
Finalmente, a modo de mea culpa, López explica el por qué intelectuales de izquierda apostaron a la propuesta política del presidente en elecciones: “Era lo más cercano a las clases populares. El error fue que al apostar por él no apostamos por construir un poder propio y no de Estado. Es la gran lección”.
El periodista César Hildebrandt considera que el cambio de gabinete endurece la política, y que no simboliza un afianzamiento de la democracia. Además, que Ollanta Humala “ha dado un golpe de Estado, en el sentido de que ha tomado el poder que sentía que se le escapaba”. El conflicto en Cajamarca, agrega, marca un antes y un después.“Así como Sendero trajo a Fujimori, Cajamarca nos ha traído al señor (general del ejército) Valdés”. Además, el presidente Humala cerraba la posibilidad al diálogo cuando dice: “Vamos a negociar, pero Conga va”.
Sobre los conflictos sociales en general, que según la Defensoría del Pueblo, pasan de los 200, es posible que haya un endurecimiento recíproco, “no solo del gobierno, sino de aquellas bases populares que apoyaron la candidatura de Ollanta Humala. Si él se pone duro, Puno se pondrá duro y Cajamarca se pondrá aún más duro”. Es terrible el creer que la prepotencia puede dar resultado y que la imposición absoluta es una especie de carta en la manga, explica Hildebrandt: “En política no hay eso, lo que hay es debate, dialogo, discrepancia. Lo que no pueden hacer es convencerlos de que un proyecto reemplazara una laguna por un depósito de detritos. No hay que ser cajamarquino para decirle “no”.
Con los cambios ministeriales y el alejamiento del ex presidente Alejandro Toledo, es altamente probable que se dé el indulto humanitario al ex presidente Alberto Fujimori. En efecto el cambio ministerial ya llegó al Parlamento, donde no se descarta la alianza del humalismo de Gana Perú con los parlamentarios del fujimorismo. En una democracia, reconocen los analistas, el problema esencial no es que el gobierno se vaya por una posición política de centro derecha, sino que lo está haciendo tras decir “exactamente lo contrario”.
Desde la Universidad de Corea del Sur, el lingüista y quechuólogo peruano, Francisco Carranza Romero, señala que durante muchísimos años los gobernantes decidieron el destino de los pueblos sin hacerles ninguna consulta. La famosa expresión “Vox populi, vox dei” (La voz del pueblo es la voz de dios) sólo sirvió para que los pueblos participaran con sus votos en la elección de las autoridades, pero siguieron excluidos en la toma de las decisiones con la premisa de que no estaban preparados para opinar.
Cuando los ciudadanos se quejaron de alguna ley, les respondieron autoritarios y sabihondos: “Dura lex, sed lex” (Dura es la ley, pero es la ley). Es verdad que las leyes ayudaron el ordenamiento social; pero también, fueron las leyes las que maniataron a los ciudadanos comunes y dejaron libres a los poderosos para que hicieran lo que quisieran.
Una de las promesas en la última campaña electoral presidencial del Perú ha sido: hacer la consulta pública antes de decidir algo relacionado con la inversión minera. En el siglo XVI el obispo Francisco Marroquín, preocupado por el trato de los españoles a los nativos, escribió desde Guatemala su propuesta al rey Carlos V: “Conocerlos hemos, conocernos han”.
Ahora no es el momento para que el consorcio minero nos asuste con su amenaza de irse a otros países llevándose su dinero. A donde vaya tendrá que cumplir el cuidado del medio ambiente. Y si quiere explotar las minas en Europa, China, Canadá, Estados Unidos y Australia, tendrá que cumplir más exigencias que en Perú. Los que protestan y el gobierno deben evitar caer en las provocación que conduce a la violencia sangrienta que es lo que esperan algunos para atacar al gobierno. Ahora es el momento para que aprendamos a dialogar.