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Más de 100.000 personas desplazadas en Somalia sufren la crisis alimentaria

•elmercuriodigital ▫ GINEBRA, Suiza, ACNUR.- El desplazamiento forzoso dentro de Somalia y más allá de sus fronteras no muestra signos de aliviarse, al igual que los desahucios forzosos, la sequía, el conflicto y la falta de medios de vida, que han forzado a más de 100.000 personas a abandonar sus hogares desde principios de año. La gran mayoría –aproximadamente el 80%- están desplazadas internamente en Somalia mientras nuevos refugiados somalíes se han registrado en Yemen, Kenia y Etiopía durante los ocho primeros meses del año.

La inseguridad es la primera causa del desplazamiento interno, con unas 80.000 personas que han abandonado sus hogares debido a la ofensiva militar del Gobierno somalí y las fuerzas de mantenimiento de la paz de la Unión Africana contra el grupo armado Al Shabaab en el centro y sur de Somalia. Los desplazamiento parecen ser temporales, ya que las personas están regresando a sus hogares a medida que se restablece la seguridad, muchas todavía requieren de asistencia. Los esfuerzos humanitarios se están viendo obstaculizados por el acceso limitado a los pueblos afectados por la actividad miliar, siendo el puente aéreo la única forma de enviar suministros para la gente que lo necesita.

Los desalojos forzosos -por parte de particulares y del gobierno- de personas desplazadas internas (IDPs por sus siglas en inglés) que vivían tanto en propiedades privadas como en edificios se estima que han desarraigado a casi 23.000 somalíes. Las zonas más afectadas son la cpaital Mogadisco y la ciudad portuaria de Kismayo.

ACNUR está manteniendo conversaciones con sus contrapartes entre las autoridades somalíes con el fin de asegurar que dichos desahucios no violan los derechos humanos básicos. ACNUR ha distribuido artículos esenciales de ayuda humanitaria a 3.000 familias desplazadas en Kismayo en las últimas semanas, pero se necesita un reparto adicional.

Muchas personas están viviendo en asentamientos que carecen de servicios básicos, en refugios hechos con palos, pasto y cajas de cartón vacías, y se han denunciado incidentes de violencia de género y violaciones de mujeres y niñas por parte de las milicias que están operando fuera de los asentamientos.

Los movimientos migratorios en la región continúan sin cesar hacia Kenia, Etiopía y Yemen, donde se registran nuevas llegadas por mar a través del Golfo de Aden y el Mar Rojo. La mayoría de los recién llegados procede de las seis zonas del centro y sur de Somalia más afectadas por la sequía, la inseguridad alimentaria y la pobreza. El número total de refugiados somalíes en la región asciende a 957.000.

Este continuo desplazamiento llega en un momento en el que los desplazados internos se enfrentan al peor momento de la crisis alimenticia del país. Estas personas gastan más -hasta un 75%- de sus ingresos en comida, comparado con los somalíes en comunidades rurales y urbanas.

Según una reciente evaluación de la FAO, los desplazados internos sufren las mayores tasas de desnutrición aguda mientras que en siete de los 13 emplazamientos encuestados las tasas de malnutrición son críticas. La tasa de muerte entre menores de cinco años en Mogadiscio es seis veces la media. Aunque ACNUR y otras agencias están ampliando la respuesta humanitaria ante esta situación, la operación de ACNUR en Somalia necesita más de 40 millones de dólares y sigue teniendo una financiación insuficiente -de un 38%-.















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