OPINI脫N de Joan del Alc脿zar.- El PSOE, como una especie de Titanic, avanza a toda m谩quina con rumbo de colisi贸n contra el iceberg de la realidad plurinacional espa帽ola.
Los finos estrategas socialistas no entienden lo que est谩 ocurriendo en buena parte de Espa帽a; y si lo entienden, prefieren hacer como que no. De medir la sinton铆a entre un partido y la ciudadan铆a se encargan las elecciones y el que oficialmente dirige Pedro S谩nchez hace tiempo que recibe se帽ales inequ铆vocas de c贸mo de mal funciona esa conexi贸n entre su organizaci贸n y los electores. Hace pocos d铆as que el partido del pu帽o y la rosa obtuvo el peor resultado desde los comicios de 1933, con Francisco Largo Caballero al frente. En el tiempo m谩s inmediato, durante lo que llevamos de siglo, el PSOE obtuvo el 42.5 en 2004 y el 43.8 en 2008 con Zapatero. Se desplom贸 con Rubalcaba hasta el 28.7 en 2011, y ha vuelto a caer hasta el 22 con Pedro S谩nchez en 2015. Se trata de un partido desnortado, perdido, distinto de aqu茅l que consigui贸 encandilar a tantos en 1982, con Felipe Gonz谩lez al mando, cuando m谩s de diez millones de electores, el 48.1 por ciento, le otorgaron 202 diputados. Ahora han sido apenas cinco millones y medio [y 90 esca帽os]. Todo parece indicar que el declive del partido que fundara el obrero tip贸grafo Pablo Iglesias Poss茅 ―llamado el abuelo por la militancia de entonces― es imparable. Iron铆as de la historia, el PSOE est谩 perdiendo fuelle y suelo electoral a manos de una organizaci贸n pol铆tica muy heterodoxa y plural [Podemos y sus aliados regionales], liderada por el joven profesor Pablo Iglesias Turi贸n. A veces, como sabemos, la realidad supera el relato imaginado por el mejor guionista.
En ese escenario, causa sorpresa y estupor constatar que muchos desde dentro de las filas socialistas siguen sin: a) preguntarse qu茅 errores estrat茅gicos pueden estar cometiendo desde hace mucho tiempo; y, b) parecen tener como preocupaci贸n m谩xima competir con el PP en la defensa de una idea de Espa帽a tan vetusta que muchos de sus votantes y ex votantes ya no comparten. En estos d铆as post electorales, cuando se trata de explorar las posibilidades de constituir un gobierno de progreso, alternativo a la trituradora social que ha sido el PP de Rajoy, no se habla de otra cosa desde las distintas baron铆as regionales socialistas. Con la se帽ora Susana D铆az al frente, enemiga mal disimulada de S谩nchez, se empe帽an en mantener que Espa帽a es como no es: uniforme.
En materia de organizaci贸n territorial, D铆az y sus compa帽eros no proponen otra cosa que continuar perseverando en la misma pol铆tica que han seguido hasta ahora, ajenos a su constatada falta de credibilidad y envueltos en una bandera espa帽ola que huele a naftalina. No extraen conclusi贸n alguna de que Podemos y sus distintas alianzas hayan superado en votos al PSOE en Madrid, Catalu帽a, Pa铆s Valenciano, Pa铆s Vasco, Galicia y Baleares. Ninguna.
De seguir as铆, pronto se producir谩 la colisi贸n con el iceberg de la realidad. Aplicaremos aquello de quien por su gusto muere, nadie le llore. Adem谩s del suicidio partidario, adem谩s de pelear por la bandera del nacionalismo espa帽ol contra al PP, conseguir谩n lo que contaba el historiador catal谩n Borja de Riquer que le ha ocurrido a 茅l: que muchos en las regiones m谩s din谩micas de la periferia peninsular se hagan independentistas sin pasar por el nacionalismo.
Ese es un asunto que el PSOE, si quiere sobrevivir como partido relevante, deber谩 afrontar en alg煤n momento pr贸ximo. Si no lo hace, le quedar谩 poco espacio m谩s que el que ya sufre en regiones como Catalu帽a, el Pa铆s Vasco o el Pa铆s Valenciano. Incluso en Madrid. Claro que para eso ―adem谩s de poner fin a esa pol铆tica de barones y baronesas que contin煤an esperando las glorias de anta帽o que no volver谩n― el partido habr铆a de revertir el jacobinismo irreductible de buena parte de su dirigencia, porque como ha dicho Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, es preocupante que en el espa帽olismo m谩s rancio no se pueda diferenciar entre las declaraciones de Susana D铆az y las de Esperanza Aguirre, una de las nacionalistas espa帽olas m谩s aguerridas con las que cuenta el PP.
El PSOE puede llegar a convertirse en irrelevante fuera de las Castillas y del sur y suroeste espa帽ol. Esa posible desaparici贸n del PSOE era percibida, hasta no hace mucho, como una tragedia por parte del electorado progresista; ahora ya no tanto, y cada vez menos. Si el PSOE como partido, como organizaci贸n, se empecina en la concepci贸n de esa Espa帽a sin fisuras, si solo acepta esa Espa帽a con una sana diversidad regional, estar谩 acabado como partido principal de la izquierda. Si no lo est谩 ya.
El partido de los socialistas espa帽oles culpa a todo el mundo de sus desgracias electorales: a Podemos y a su p茅rfido l铆der, Pablo Iglesias Turi贸n; a la cadena de televisi贸n La Sexta; a la falta de medios de comunicaci贸n afines; a la ingratitud de la ciudadan铆a; a los nacionalismos particularistas; al lucero del alba. No solo obvian sus eternas escenas de canibalismo pol铆tico interno, su persistencia en airear sus miserias partidarias que quiz谩 interesan a su militancia, pero que le importan una higa a los ciudadanos paganos de la crisis convertida en estafa. No tienen un proyecto socialdem贸crata coherente ―como tampoco otros hom贸logos europeos― y apenas se les distingue en materia econ贸mica de la derecha neoliberal. En el debate televisivo preelectoral entre los cuatro candidatos principales a presidir el gobierno, Pablo iglesias, el joven, le lanz贸 dos andanadas que debieron costarle muchos votos a Pedro S谩nchez: el PSOE dice una cosa cuando es oposici贸n y hace otra cuando es gobierno; y no se sabe qui茅n dirige exactamente el partido.
M谩s all谩 de eso, por lo que hace al debate territorial, candente y enrevesado desde hace muchos meses por el mal llamado problema catal谩n, los socialistas no han comprendido todav铆a que ―como dijera hace m谩s de d茅cada y media el profesor Joan Romero― Espa帽a est谩 inacabada. Y lo est谩 en cuanto al acomodo de culturas nacionales [internas] en el contexto de una cultura social mayoritaria [espa帽ola]. Romero dec铆a en 2000 que se deb铆a asumir la pluralidad desde la lealtad constitucional por parte de todos y procurando ser fieles al esp铆ritu del texto. Quince a帽os despu茅s, y con todo el polvo acumulado, los lodos actuales exigen cirug铆a mayor y la Constituci贸n vigente ha quedado trasnochada e inoperativa. Ya no es v谩lida para organizar la realidad social actual, para encajar nuevas realidades evidentes y urge su revisi贸n en profundidad.
El auge del independentismo catal谩n ha sido exponencial en la 煤ltima legislatura, la de Rajoy, quien ha perseverado en los errores fatales del nacionalismo espa帽ol de su mentor, Aznar, entre 1996 y 2004. En 茅poca m谩s reciente, el que fuera lugarteniente de Felipe Gonz谩lez, Alfonso Guerra, narraba con su gracejo y su jactancia habitual, entre el regocijo de la militancia, c贸mo 茅l solito se hab铆a cepillado el Estatuto de Catalu帽a. Im谩genes como esa han hecho m谩s da帽o al Partido de los Socialistas de Catalu帽a [y al propio PSOE] que todo el que Podemos pueda hacerle en lo que queda de d茅cada. Lejos de enmendarse, en estos d铆as el remake de aquella pel铆cula protagonizada por Guerra cuenta con otra estrella andaluza de protagonista: Susana D铆az. A prop贸sito de los contactos de estos d铆as entre Pedro S谩nchez y Pablo Iglesias, la presidenta de Andaluc铆a dice que "no se puede llegar a acuerdos con quien no ama a Espa帽a".
El profesor Antonio S谩ez-Arance, tras leer estas declaraciones, recordaba a Gustav Heinemann, socialdem贸crata y Presidente Federal en Alemania entre 1969 y 1974. En una situaci贸n parecida, el l铆der alem谩n contest贸 "Pamplinas, yo no amo estados; ¡yo amo a mi mujer, y punto!".
Hay una l铆nea que une a Aznar, Rajoy y D铆az [como en su d铆a con Guerra, Bono, Rodr铆guez Ibarra y otros]: cosechar votos en la Espa帽a del centro y el sur peninsular a costa de enajenarse apoyos en las regiones perif茅ricas que tienen lengua propia, adem谩s del castellano. Esa es una t谩ctica suicida para el PSOE. No es que nunca volver谩 a gobernar en Espa帽a sin obtener un fuerte respaldo en Catalu帽a, adem谩s de en el Pa铆s Valenciano y en Madrid; es que la se帽ora D铆az puede ser quien le d茅 la puntilla a su propio partido. El iceberg est谩 cada vez m谩s cerca, pero el Titanic no modifica su rumbo. La colisi贸n est谩 cerca. Cada vez m谩s.
Los finos estrategas socialistas no entienden lo que est谩 ocurriendo en buena parte de Espa帽a; y si lo entienden, prefieren hacer como que no. De medir la sinton铆a entre un partido y la ciudadan铆a se encargan las elecciones y el que oficialmente dirige Pedro S谩nchez hace tiempo que recibe se帽ales inequ铆vocas de c贸mo de mal funciona esa conexi贸n entre su organizaci贸n y los electores. Hace pocos d铆as que el partido del pu帽o y la rosa obtuvo el peor resultado desde los comicios de 1933, con Francisco Largo Caballero al frente. En el tiempo m谩s inmediato, durante lo que llevamos de siglo, el PSOE obtuvo el 42.5 en 2004 y el 43.8 en 2008 con Zapatero. Se desplom贸 con Rubalcaba hasta el 28.7 en 2011, y ha vuelto a caer hasta el 22 con Pedro S谩nchez en 2015. Se trata de un partido desnortado, perdido, distinto de aqu茅l que consigui贸 encandilar a tantos en 1982, con Felipe Gonz谩lez al mando, cuando m谩s de diez millones de electores, el 48.1 por ciento, le otorgaron 202 diputados. Ahora han sido apenas cinco millones y medio [y 90 esca帽os]. Todo parece indicar que el declive del partido que fundara el obrero tip贸grafo Pablo Iglesias Poss茅 ―llamado el abuelo por la militancia de entonces― es imparable. Iron铆as de la historia, el PSOE est谩 perdiendo fuelle y suelo electoral a manos de una organizaci贸n pol铆tica muy heterodoxa y plural [Podemos y sus aliados regionales], liderada por el joven profesor Pablo Iglesias Turi贸n. A veces, como sabemos, la realidad supera el relato imaginado por el mejor guionista.
En ese escenario, causa sorpresa y estupor constatar que muchos desde dentro de las filas socialistas siguen sin: a) preguntarse qu茅 errores estrat茅gicos pueden estar cometiendo desde hace mucho tiempo; y, b) parecen tener como preocupaci贸n m谩xima competir con el PP en la defensa de una idea de Espa帽a tan vetusta que muchos de sus votantes y ex votantes ya no comparten. En estos d铆as post electorales, cuando se trata de explorar las posibilidades de constituir un gobierno de progreso, alternativo a la trituradora social que ha sido el PP de Rajoy, no se habla de otra cosa desde las distintas baron铆as regionales socialistas. Con la se帽ora Susana D铆az al frente, enemiga mal disimulada de S谩nchez, se empe帽an en mantener que Espa帽a es como no es: uniforme.
En materia de organizaci贸n territorial, D铆az y sus compa帽eros no proponen otra cosa que continuar perseverando en la misma pol铆tica que han seguido hasta ahora, ajenos a su constatada falta de credibilidad y envueltos en una bandera espa帽ola que huele a naftalina. No extraen conclusi贸n alguna de que Podemos y sus distintas alianzas hayan superado en votos al PSOE en Madrid, Catalu帽a, Pa铆s Valenciano, Pa铆s Vasco, Galicia y Baleares. Ninguna.
De seguir as铆, pronto se producir谩 la colisi贸n con el iceberg de la realidad. Aplicaremos aquello de quien por su gusto muere, nadie le llore. Adem谩s del suicidio partidario, adem谩s de pelear por la bandera del nacionalismo espa帽ol contra al PP, conseguir谩n lo que contaba el historiador catal谩n Borja de Riquer que le ha ocurrido a 茅l: que muchos en las regiones m谩s din谩micas de la periferia peninsular se hagan independentistas sin pasar por el nacionalismo.
Ese es un asunto que el PSOE, si quiere sobrevivir como partido relevante, deber谩 afrontar en alg煤n momento pr贸ximo. Si no lo hace, le quedar谩 poco espacio m谩s que el que ya sufre en regiones como Catalu帽a, el Pa铆s Vasco o el Pa铆s Valenciano. Incluso en Madrid. Claro que para eso ―adem谩s de poner fin a esa pol铆tica de barones y baronesas que contin煤an esperando las glorias de anta帽o que no volver谩n― el partido habr铆a de revertir el jacobinismo irreductible de buena parte de su dirigencia, porque como ha dicho Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, es preocupante que en el espa帽olismo m谩s rancio no se pueda diferenciar entre las declaraciones de Susana D铆az y las de Esperanza Aguirre, una de las nacionalistas espa帽olas m谩s aguerridas con las que cuenta el PP.
El PSOE puede llegar a convertirse en irrelevante fuera de las Castillas y del sur y suroeste espa帽ol. Esa posible desaparici贸n del PSOE era percibida, hasta no hace mucho, como una tragedia por parte del electorado progresista; ahora ya no tanto, y cada vez menos. Si el PSOE como partido, como organizaci贸n, se empecina en la concepci贸n de esa Espa帽a sin fisuras, si solo acepta esa Espa帽a con una sana diversidad regional, estar谩 acabado como partido principal de la izquierda. Si no lo est谩 ya.
El partido de los socialistas espa帽oles culpa a todo el mundo de sus desgracias electorales: a Podemos y a su p茅rfido l铆der, Pablo Iglesias Turi贸n; a la cadena de televisi贸n La Sexta; a la falta de medios de comunicaci贸n afines; a la ingratitud de la ciudadan铆a; a los nacionalismos particularistas; al lucero del alba. No solo obvian sus eternas escenas de canibalismo pol铆tico interno, su persistencia en airear sus miserias partidarias que quiz谩 interesan a su militancia, pero que le importan una higa a los ciudadanos paganos de la crisis convertida en estafa. No tienen un proyecto socialdem贸crata coherente ―como tampoco otros hom贸logos europeos― y apenas se les distingue en materia econ贸mica de la derecha neoliberal. En el debate televisivo preelectoral entre los cuatro candidatos principales a presidir el gobierno, Pablo iglesias, el joven, le lanz贸 dos andanadas que debieron costarle muchos votos a Pedro S谩nchez: el PSOE dice una cosa cuando es oposici贸n y hace otra cuando es gobierno; y no se sabe qui茅n dirige exactamente el partido.
M谩s all谩 de eso, por lo que hace al debate territorial, candente y enrevesado desde hace muchos meses por el mal llamado problema catal谩n, los socialistas no han comprendido todav铆a que ―como dijera hace m谩s de d茅cada y media el profesor Joan Romero― Espa帽a est谩 inacabada. Y lo est谩 en cuanto al acomodo de culturas nacionales [internas] en el contexto de una cultura social mayoritaria [espa帽ola]. Romero dec铆a en 2000 que se deb铆a asumir la pluralidad desde la lealtad constitucional por parte de todos y procurando ser fieles al esp铆ritu del texto. Quince a帽os despu茅s, y con todo el polvo acumulado, los lodos actuales exigen cirug铆a mayor y la Constituci贸n vigente ha quedado trasnochada e inoperativa. Ya no es v谩lida para organizar la realidad social actual, para encajar nuevas realidades evidentes y urge su revisi贸n en profundidad.
El auge del independentismo catal谩n ha sido exponencial en la 煤ltima legislatura, la de Rajoy, quien ha perseverado en los errores fatales del nacionalismo espa帽ol de su mentor, Aznar, entre 1996 y 2004. En 茅poca m谩s reciente, el que fuera lugarteniente de Felipe Gonz谩lez, Alfonso Guerra, narraba con su gracejo y su jactancia habitual, entre el regocijo de la militancia, c贸mo 茅l solito se hab铆a cepillado el Estatuto de Catalu帽a. Im谩genes como esa han hecho m谩s da帽o al Partido de los Socialistas de Catalu帽a [y al propio PSOE] que todo el que Podemos pueda hacerle en lo que queda de d茅cada. Lejos de enmendarse, en estos d铆as el remake de aquella pel铆cula protagonizada por Guerra cuenta con otra estrella andaluza de protagonista: Susana D铆az. A prop贸sito de los contactos de estos d铆as entre Pedro S谩nchez y Pablo Iglesias, la presidenta de Andaluc铆a dice que "no se puede llegar a acuerdos con quien no ama a Espa帽a".
El profesor Antonio S谩ez-Arance, tras leer estas declaraciones, recordaba a Gustav Heinemann, socialdem贸crata y Presidente Federal en Alemania entre 1969 y 1974. En una situaci贸n parecida, el l铆der alem谩n contest贸 "Pamplinas, yo no amo estados; ¡yo amo a mi mujer, y punto!".
Hay una l铆nea que une a Aznar, Rajoy y D铆az [como en su d铆a con Guerra, Bono, Rodr铆guez Ibarra y otros]: cosechar votos en la Espa帽a del centro y el sur peninsular a costa de enajenarse apoyos en las regiones perif茅ricas que tienen lengua propia, adem谩s del castellano. Esa es una t谩ctica suicida para el PSOE. No es que nunca volver谩 a gobernar en Espa帽a sin obtener un fuerte respaldo en Catalu帽a, adem谩s de en el Pa铆s Valenciano y en Madrid; es que la se帽ora D铆az puede ser quien le d茅 la puntilla a su propio partido. El iceberg est谩 cada vez m谩s cerca, pero el Titanic no modifica su rumbo. La colisi贸n est谩 cerca. Cada vez m谩s.