OPINI脫N de Ram贸n Cotarelo/ Palinuro.- El "mandato" de que habla El confidencial parece claro. Coincide con el esp铆ritu de la calle, con la posici贸n de la CUP y otras organizaciones. Y coincide asimismo con el 谩nimo del que hasta la fecha ha dado pruebas Puigdemont. El autoritario ultim谩tum del gobierno tendr谩 la 煤nica respuesta posible: Catalu帽a se declara Rep煤blica independiente y avisa a Rajoy de que sus requerimientos no tienen efecto en un pa铆s extranjero.
Esto es lo que los te贸ricos de las revoluciones llaman “quemar etapas”. En definitiva, una rebeli贸n institucional que sus m谩s enconados adversarios consideran un “golpe de Estado”, al frente de una sociedad catalana en generalizada actitud de desobediencia. Obviamente, quienes ven en el conflicto un puro asunto de orden p煤blico y de necesidad de imponer la ley coactivamente se reafirman en sus posiciones de intransigencia. Se dice incluso que no es preciso esperar al agotamiento del segundo plazo. Con la proclamaci贸n de la Rep煤blica ya hay base suficiente para proceder contra la Generalitat por todos los medios, empezando por la suspensi贸n de la autonom铆a.
Al menos, en lo que cree el fiscal Maza, para quien el 155 faculta para sustituir las instituciones de autogobierno de la Generalitat. Se entiende que, de ser necesario, por la fuerza. ¿Cu谩nta? La que haga falta. Si la ocupaci贸n del Principado por la polic铆a y la fuerza militar de la Guardia Civil no fuera suficiente, en reserva se encuentra el ejercito. Que Cospedal informe de que “casi seguro” no se emplear谩n las Fuerzas Armadas en Catalu帽a ya pone sobre aviso de que piensan en lo contrario. Tr谩tase de un ej茅rcito que no ha ganado una sola guerra internacional en m谩s de 300 a帽os pero s铆 ha intervenido sistem谩ticamente en la pol铆tica del pa铆s siempre en auxilio de los mismos y contra su propio pueblo, al que ha llegado a masacrar en alguna ocasi贸n. Cosa de seguir con la tradici贸n aunque ahora, muy probablemente, no pueda. La pertenencia a la UE y a la OTAN tiene sus contrapartidas.
Quiz谩 sea llegado el momento de pedir al PSOE que recapacite en d贸nde est谩 meti茅ndose al apoyar una pol铆tica de represi贸n policial y militar de una reivindicaci贸n pol铆tica con un enorme apoyo social en Catalu帽a. O puede que a煤n sea temprano y este partido est茅 dispuesto a justificar ante el mundo un estado de excepci贸n en el Principado, la supresi贸n del Parlament y el encarcelamiento del gobierno.
Porque esta es la fuerza, la violencia que ser谩 preciso desplegar para atajar el funcionamiento de la Rep煤blica Catalana, para hacer realidad el juicio del gobierno de que la DI carece de efectos jur铆dicos y, por lo tanto, la Rep煤blica Catalana no existe. Nada nuevo. Corresponde con la actitud m谩gica y supersticiosa de negar la existencia de lo que incomoda. Es el mismo gobierno que neg贸 que fuera a celebrarse un refer茅ndum y niega hoy que se haya celebrado porque tiene un grave problema de percepci贸n de la realidad. Que fuera preciso un brutal asalto policial a Catalu帽a, con 900 heridos y la aplicaci贸n de hecho del estado de excepci贸n no es asunto que preocupe a los gobernantes. El refer茅ndum no ha existido; los polic铆as, tampoco; los heridos, menos. Negar la realidad es no poder controlarla
Para muchos –probablemente casi todos- los analistas, la proclamaci贸n de la Rep煤blica es un acto sin consecuencias por ser ultra vires ya que, al no ser Catalu帽a soberana, no puede cambiar su estatus jur铆dico-pol铆tico por su cuenta. Por lo tanto, no es preciso negar la existencia de la Rep煤blica Catalana. La Republica Catalana no existe, por mucho que insista en su soberan铆a que el Estado niega. Salvo que, por ejemplo, la reconozca alg煤n otro Estado con el que Espa帽a probablemente romper谩 las relaciones diplom谩ticas.
La inexistente Rep煤blica Catalana solemnemente proclamada en condiciones revolucionarias ser谩 fuente de todo tipo de disgustos para el Estado espa帽ol, que est谩 obligado a suprimirla. Aqu铆 cabe plantear la cuesti贸n de que, si para borrar de la realidad de un refer茅ndum de 2.220.000 votantes (y sin conseguirlo) han sido necesarios 10.000 polic铆as y guardias civiles, unos barcos, 900 heridos y cuantiosos da帽os materiales en escuelas, centros deportivos, etc., ¿qu茅 ser谩 preciso para ocultar, suprimir, la Rep煤blica Catalana?
Podemos dejar rienda suelta a la fantas铆a e imaginarnos escenarios de toque de queda en Barcelona, pero lo cierto es que, llegados a este punto de confrontaci贸n, la situaci贸n ya no es sostenible para el gobierno y mucho menos lo ser谩 si incrementa su actividad represiva en una sociedad que se ha declarado en desobediencia no solo frente al gobierno sino frente al Estado.
Porque es una revoluci贸n.
Esto es lo que los te贸ricos de las revoluciones llaman “quemar etapas”. En definitiva, una rebeli贸n institucional que sus m谩s enconados adversarios consideran un “golpe de Estado”, al frente de una sociedad catalana en generalizada actitud de desobediencia. Obviamente, quienes ven en el conflicto un puro asunto de orden p煤blico y de necesidad de imponer la ley coactivamente se reafirman en sus posiciones de intransigencia. Se dice incluso que no es preciso esperar al agotamiento del segundo plazo. Con la proclamaci贸n de la Rep煤blica ya hay base suficiente para proceder contra la Generalitat por todos los medios, empezando por la suspensi贸n de la autonom铆a.
Al menos, en lo que cree el fiscal Maza, para quien el 155 faculta para sustituir las instituciones de autogobierno de la Generalitat. Se entiende que, de ser necesario, por la fuerza. ¿Cu谩nta? La que haga falta. Si la ocupaci贸n del Principado por la polic铆a y la fuerza militar de la Guardia Civil no fuera suficiente, en reserva se encuentra el ejercito. Que Cospedal informe de que “casi seguro” no se emplear谩n las Fuerzas Armadas en Catalu帽a ya pone sobre aviso de que piensan en lo contrario. Tr谩tase de un ej茅rcito que no ha ganado una sola guerra internacional en m谩s de 300 a帽os pero s铆 ha intervenido sistem谩ticamente en la pol铆tica del pa铆s siempre en auxilio de los mismos y contra su propio pueblo, al que ha llegado a masacrar en alguna ocasi贸n. Cosa de seguir con la tradici贸n aunque ahora, muy probablemente, no pueda. La pertenencia a la UE y a la OTAN tiene sus contrapartidas.
Quiz谩 sea llegado el momento de pedir al PSOE que recapacite en d贸nde est谩 meti茅ndose al apoyar una pol铆tica de represi贸n policial y militar de una reivindicaci贸n pol铆tica con un enorme apoyo social en Catalu帽a. O puede que a煤n sea temprano y este partido est茅 dispuesto a justificar ante el mundo un estado de excepci贸n en el Principado, la supresi贸n del Parlament y el encarcelamiento del gobierno.
Porque esta es la fuerza, la violencia que ser谩 preciso desplegar para atajar el funcionamiento de la Rep煤blica Catalana, para hacer realidad el juicio del gobierno de que la DI carece de efectos jur铆dicos y, por lo tanto, la Rep煤blica Catalana no existe. Nada nuevo. Corresponde con la actitud m谩gica y supersticiosa de negar la existencia de lo que incomoda. Es el mismo gobierno que neg贸 que fuera a celebrarse un refer茅ndum y niega hoy que se haya celebrado porque tiene un grave problema de percepci贸n de la realidad. Que fuera preciso un brutal asalto policial a Catalu帽a, con 900 heridos y la aplicaci贸n de hecho del estado de excepci贸n no es asunto que preocupe a los gobernantes. El refer茅ndum no ha existido; los polic铆as, tampoco; los heridos, menos. Negar la realidad es no poder controlarla
Para muchos –probablemente casi todos- los analistas, la proclamaci贸n de la Rep煤blica es un acto sin consecuencias por ser ultra vires ya que, al no ser Catalu帽a soberana, no puede cambiar su estatus jur铆dico-pol铆tico por su cuenta. Por lo tanto, no es preciso negar la existencia de la Rep煤blica Catalana. La Republica Catalana no existe, por mucho que insista en su soberan铆a que el Estado niega. Salvo que, por ejemplo, la reconozca alg煤n otro Estado con el que Espa帽a probablemente romper谩 las relaciones diplom谩ticas.
La inexistente Rep煤blica Catalana solemnemente proclamada en condiciones revolucionarias ser谩 fuente de todo tipo de disgustos para el Estado espa帽ol, que est谩 obligado a suprimirla. Aqu铆 cabe plantear la cuesti贸n de que, si para borrar de la realidad de un refer茅ndum de 2.220.000 votantes (y sin conseguirlo) han sido necesarios 10.000 polic铆as y guardias civiles, unos barcos, 900 heridos y cuantiosos da帽os materiales en escuelas, centros deportivos, etc., ¿qu茅 ser谩 preciso para ocultar, suprimir, la Rep煤blica Catalana?
Podemos dejar rienda suelta a la fantas铆a e imaginarnos escenarios de toque de queda en Barcelona, pero lo cierto es que, llegados a este punto de confrontaci贸n, la situaci贸n ya no es sostenible para el gobierno y mucho menos lo ser谩 si incrementa su actividad represiva en una sociedad que se ha declarado en desobediencia no solo frente al gobierno sino frente al Estado.
Porque es una revoluci贸n.