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★ cambiando lo que somos

Conjugaciones

Por Bel茅n Rosa de Gea .- Subo a un autob煤s urbano una tarde cualquiera. El conductor esboza una sonrisa, aunque solo sea para devolver con cortes铆a mi saludo inicial. Es invierno y sopla el viento. Muy atr谩s quedaron los d铆as efervescentes de la Navidad, con sus algarab铆as artificiales y sus brindis, sus caprichos brillantes en envoltorios de celof谩n, sus borracheras y sus ilusiones ef铆meras. Al otro lado del pasillo un matrimonio mayor acaba de sentarse. En silencio los dos, 茅l sujeta un carro de la compra del que asoman varios cartones de leche; ella mira al otro lado del cristal y comprueba c贸mo empieza el cielo a encapotarse y a dejar caer las primeras gotas. “Qu茅 tarde m谩s mala se est谩 poniendo”- le dice a su marido, que simplemente asienta sin mirarla apenas con su cabeza gris. El viento arrecia fuera. Una mujer empu帽a su paraguas resistiendo con una mano los envites del vendaval mientras con la otra arrastra a un ni帽o reci茅n salido del colegio. En el umbral de un taller un...

"Antisistema"

OPINI脫N de La Extranjera de Mantinea    Estar en el mundo exige al menos esto: una posici贸n o perspectiva. Desde ella miramos nuestro entorno hasta donde nuestro conocimiento alcanza, pues bien es sabido que para ver algo hay antes que saber. Cuando a una paciente postrada en camilla el m茅dico le muestra en el monitor las im谩genes de la ecograf铆a que le est谩 practicando, ella s贸lo ve manchas donde 茅l contempla 贸rganos, protuberancias o lo que quiera que sea. Miramos el mundo desde nuestra experiencia y conocimiento, desde nuestros anhelos y miedos, desde ese punto de vista insustituible que somos sobre el universo. Unas veces esta mirada se hace a s铆 misma con grandes dosis de voluntariedad, escogiendo conscientemente y discerniendo todo lo que nos gusta de aquello otro ante lo que nos rebelamos. En ese momento somos  anti -algo, que no es otra cosa que la de ser opuesto o contrario a eso que decidimos que lo sea.  Ser  anti -algo no conlleva ser violento....

Delirios marianos

OPINI脫N de La extranjera de Mantinea    Desde que hace unas semanas abr铆 con curiosidad malsana la p谩gina web de la Fundaci贸n Francisco Franco, no he podido sustraerme de hacerlo con cierta periodicidad para ver lo que se cuece dentro. Ya entonces me llam贸 la atenci贸n la enorme fotograf铆a del juez Baltasar Garz贸n a modo de bienvenida, como una suerte de estandarte victorioso tras una batalla. Por aquellos d铆as, la sentencia del Tribunal Supremo de declarar al juez culpable del delito de prevaricaci贸n hab铆a saltado a la luz p煤blica, y r铆os de tinta empezaron a correr por algunas torrenteras y ramblas que cre铆amos ya secas. Aquello coincid铆a adem谩s con el “esc谩ndalo” del caudillito dentro de una m谩quina de refrescos en la Feria de Arte Contempor谩neo de Madrid, as铆 como la exhibici贸n de una fotograf铆a en la que dos conocidos personajes de la vida madrile帽a parodiaban la Piedad, en una moderna galer铆a de arte. Esta “blasfemia” no pas贸 desapercibida para los paladines de la mora...

Desaparecer, ¿sin m谩s?

OPINI脫N de La extranjera de Mantinea    Foto: G. Villamil Una de las estampas m谩s sobrecogedoras cuando viajas por carretera salta a los ojos desde el arc茅n, al borde mismo del asfalto. All铆, detenido en el tiempo, un hito de piedra o de m谩rmol –o simplemente una farola acicalada al efecto- nos recuerda que alguien perdi贸 su vida inesperadamente. Algunas veces las flores colocadas all铆 asoman marchitas, resecas por el sol y las inclemencias de los d铆as; otras lucen como reci茅n puestas, con sus colores de pl谩stico desva铆dos, pero brillantes a煤n. Entonces te imaginas y sientes las l谩grimas vertidas, las manos tr茅mulas del abandono junto al quitamiedos esa ma帽ana de lluvia o de verano, el d铆a en que regres贸 al lugar para volver a creerlo del todo. Gestionar la ausencia exige siempre consciencia del presente pero tambi茅n una peculiar cruzada contra el olvido. El hueco que entrega quien se march贸 no es solamente un registro en un rinc贸n de esa masa gris de nuestro cerebro, ...

De juezas y jueces

OPINI脫N de La Extranjera de Mantinea    Esta semana han pasado cosas muy dignas de ser comentadas pero, como de ellas ya se ha hablado mucho y bien, quiero ensayar un peque帽o discurso sobre el discurso. Es decir, que lo que aqu铆 ofrezco en formato reducido es un metadiscurso , si se me permite la expresi贸n; un acercamiento a la manera que tenemos de nombrar la realidad o, al menos, una parte de ella. Para ello comienzo con una an茅cdota de hace unas semanas, advertida en el transcurso de un reportaje informativo. Se le preguntaba a una mujer cu谩l era su profesi贸n con el fin de juzgar la calidad de sus opiniones, y la se帽ora, de mediana edad, indic贸 la de ingeniero . La respuesta fue sin duda sorprendente, ya que nada en su aspecto exterior (ni sus rasgos, ni su voz, ni sus ademanes) delataba que fuera un hombre. Aquella mujer, consciente de su condici贸n femenina, s贸lo hab铆a echado mano del vocabulario habitual entre sus colegas de profesi贸n, seguramente sin darse cuenta de q...

Justicieros

OPINI脫N de La extranjera de Mantinea    “Soy el justiciero de Dios y vengo a hacer justicia". Con esta expresi贸n en los labios deambulaba el asesino  con la cabeza de una mujer entre sus manos. La acababa de matar en una playa de Tenerife despu茅s de perseguirla por las calles como un poseso. Esto sucedi贸 hace algunos meses, y tan acostumbrado est谩 el mundo a estos hechos truculentos que no dimos la menor importancia, si acaso la justa. Evidentemente ese hombre era un loco, un alucinado que al mirarse en el espejo descubr铆a a un salvador de la humanidad destinado a limpiar el mundo de la escoria, o a vengar una vieja e inmemorial afrenta, qu茅 se yo. Sin embargo, y pese a lo extraviado de su mente, sab铆a bien que la justicia divina, para ser considerada tal, deb铆a actuar fuera de toda norma, de toda ley y de toda racionalidad. La justicia divina es precisamente ese gesto voluntarista y vengativo, alejado de todo l铆mite impuesto por la capacidad de contenci贸n y de liberta...

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